El Pabellón de Barcelona fue diseñado por Ludwig Mies van der Rohe como el Pabellón Nacional Alemán para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, es considerado como una de las obras maestras del arquitecto y uno de los iconos del Movimiento Moderno. Fue reconstruido en 1986 bajo la supervisión de Cristian Cirici, Fernando Ramos e Ignasi de Solà-Morales.

El edificio, una combinación de clásico y moderno, muestra la esencia de la arquitectura de Mies van der Rohe en términos no sólo de composición, sino también de los avances tecnológicos que se estaban produciendo en ese momento.

El Pabellón se caracteriza por la simplicidad de sus elementos, por su composición geométrica y por la distinción entre estructura y exterior envolvente. Encima del pabellón de travertino se encuentran dos techos planos de hormigón, el mayor de los cuales descansa sobre ocho columnas de acero en forma de cruz.

Debajo de este gran techo, los planos verticales se distribuyen libremente. Puesto que los planos horizontal y vertical están dotados del mismo grado de importancia, percibimos el espacio entero como una unidad, sin hacer ninguna distinción entre exterior e interior. El edificio en su conjunto denota tanto el legado clásico como el progreso tecnológico, en el que coexiste el travertino, el mármol verde y el ónice dorado en armonía con los reflejos en las grandes superficies acristaladas, el acero, el agua y el lucernario (una doble pared de vidrio blanco con entrada de luz natural e iluminación artificial), creando así diferentes espacios e itinerarios.

Paseando por el pabellón encontramos el vestíbulo con la pared de ónice dorado, la alfombra negra y las cortinas de terciopelo rojo, formando juntos la bandera alemana. Este es también el lugar de las sillas de Barcelona, diseñado por el propio arquitecto y Lilly Reich para recibir el rey Alfonsos XIII y la reina Victoria Eugenia.

En el patio del vestíbulo descubrimos una de las superficies de agua y la escultura de Georg Kolbe, El amanecer, un elemento vertical que actúa como un punto de enfoque visual en este espacio cerrado y que se refleja de diferentes maneras.

El edificio fue concebido como un refugio de tranquilidad desde el que guiar a los visitantes a uno de los principales atractivos de la Exposición Internacional de 1929, a saber, el Poble Espanyol (Pueblo Español). Pasaron por el Pabellón, aunque no directamente. El acceso tangencial al podio y el conjunto de planos que encontramos cuando estamos en la cima nos guían a lo largo de un itinerario que nos permite cruzar el edificio a través de sus diferentes espacios.